Hace 20 años no se te ocurría ni siquiera toser cuando entraba el profesor en clase, se levantaba la mano para hablar, se confiaba en lo que el profesor transmitía y cuando les decías a tus padres que el profe de mates te tenía manía ellos contestaban...A saber lo que has hecho en clase.
Hoy todo es al revés....Los alumnos entran en clase hablando y peleándose, con la gorra que parece que se la han pegado al pelo con super-glue, y cuando les dices que se la quiten te preguntan que en base a qué norma , y que vayas y se la quites, retando, ante lo que acabas en jefatura de estudios, y a veces viene su padre para el que el niño es el mejor y es que le tienes manía, y al final pienso que es su juego para no dar clase.
Me molesta soberanamente cuando la gente que no trabaja en enseñanza dice que tenemos muchas vacaciones, y yo les reto a pasar una semana dando clase en un Instituto de educación secundaria, porque estoy segura de que cambiarían de opinión.
En cualquier caso hay una página que habla de estos temas y que recomiendo su lectura:
http://www.monografias.com/trabajos32/sistema-educativo-encrucijada-cambio-social/sistema-educativo-encrucijada-cambio-social.shtml#_Toc129237344
Que a modo de resumen dice así:
El
1. Las circunstancias han cambiado, obligándonos a replantear el papel y los objetivos del sistema de enseñanza.
2. La influencia del cambio social sobre la función docente puede servir como una llamada de atención a la sociedad, un elemento importante en el
3. Sólo a partir de una visión global de los nuevos problemas generados por la influencia estos cambios, es posible diseñar unas pautas de intervención capaces de mejorar la calidad de nuestro nuevo sistema educativo. Las nuevas respuestas deben plantearse simultáneamente en varios frentes:
a. Imagen social de nuestro sistema de enseñanza (relaciones sociedad-sistema educativo, apoyo de la sociedad, sociedad educativa).
b. Condiciones de trabajo de los agentes del sistema educativo (dotaciones de material, tratamiento específico de las zonas de educación compensatoria, relaciones profesor-alumno, reconsideración de las funciones de dirección y supervisión).
c. Formación de profesores para afrontar las nuevas expectativas sociales (formación inicial y formación continua).
Diversos indicadores nos hablan de un descenso en la calidad de la enseñanza, en buena medida producido por las actitudes de inhibición y desconcierto que se extienden entre nuestros profesores (actitudes de inhibición cercanas al 30%; aumento de las bajas hasta alcanzar cifras del 17%. Vid. Esteve, 1995). Y, tal como hemos visto en los países de nuestro entorno, el problema aún no ha hecho sino empezar: el continuo avance de las ciencias y la necesidad de incorporar nuevos contenidos de enseñanza, junto con la necesidad de adaptarse a los nuevos problemas de una sociedad marcada por la aceleración del cambio social, imponen una dinámica de renovación permanente, en la que los profesores tendrán que aceptar profundos cambios en la concepción y el desarrollo de su profesión. Es necesario romper el círculo vicioso de un sistema de enseñanza que, al responder con lentitud ante los cambios, recibe continuamente la crítica de la sociedad acusándole de no responder a las nuevas exigencias sociales; ya que cuando nuestro sistema de enseñanza se pone en marcha y elabora unas respuestas, la sociedad ha vuelto a cambiar, las expectativas y los problemas son distintos, y, de nuevo, la sociedad vuelve a criticar al sistema educativo por no responder a las exigencias sociales.
Si no se enfrentan los nuevos problemas generados por estos cambios, crecerá el malestar con nuestro sistema educativo, y aún descenderá la calidad de nuestra enseñanza, ya que la generalización de las críticas aumenta la desmoralización del